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Adoracion y Sabiduria 001
Te voy a contar algo… algo entre familia…
La verdad es que, como buen latino, no soy como quien dice alto.
Y si tú eres como yo, sabes que cuando uno llega a Estados Unidos, se siente como que entró a una convención de gigantes.
¡Aquí hay gente más alta que los postes de luz!
En mi país, yo era de estatura promedio, ni muy muy, ni tan tan…
Y lo más curioso es que, la mayoría de la gente, sin importar si eres bajito o gigante, todos luchamos por sentirnos más grandes.
Todos queremos que la gente se dé cuenta de quiénes somos, que nos oigan nuestra voz, que nos reconozcan como personas importantes.
Queremos que el mundo nos vea y diga: “¡Wow, mira quien está parado allí!”
Pero lo triste es que muchas veces, en ese intento por hacernos más grandes, hacemos a Dios más pequeño.
¡Sí! hoy en día hacemos a Dios más pequeño, mientras que nosotros tratamos de hacernos más grandes.
Pero así no es como la Biblia describe las cosas…
Y como lo vamos a ver hoy, David tampoco lo vio así…
Abre tu Biblia al Salmo 8, donde vamos a desglosar la majestad y la magnitud de Dios.
Durante las próximas semanas, vamos a explorar capítulos de los Salmos y de Proverbios en una serie que hemos titulado “Adoración y Sabiduría”.
Y aunque Salmos es el libro más largo de la Biblia, a veces lo tratamos como si fuera solo un libro de poemas o frases bonitas… pero ¡ojo! Una de las cosas que Salmos hace de forma majestuosa es mostrar el carácter y los atributos de Dios.
Y eso es super importante.
Porque si tú quieres conocer más profundamente a Dios, tienes que conocerlo correctamente.
Recuerda que Dios no es quien tú quisieras que sea; Dios es quien Él ha revelado ser en Su Palabra.
Así que si alguna vez has pensado:
“Quiero conocer más profundamente a Dios”…
Entonces empieza por estudiar sus atributos.
Si estudias este libro con sabiduría y atención, vas a pasar mucho tiempo razonando y meditando en quién es Dios.
Y esto es lo que vemos en el Salmo 8… que la majestad de Dios se ve en Su creación y se magnifica por medio de Sus hijos.
Leamos Salmo 8